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La forma de combatir la pandemia en esta fase estival es muy diferente a los días más duros del confinamiento. Con el ocio nocturno clausurado, los esfuerzos se centran en las actividades de contacto que más riesgo pueden suponer, como por ejemplo las reuniones de jóvenes que beben alcohol en la calle, los llamados botellones.
En solo una semana, del 10 al 16 de agosto, la Guàrdia Urbana ha desalojado unas 5.500 personas que bebían en la calle haciendo caso omiso de recomendaciones y normativas, algunas que ya prohibían esta práctica en Barcelona incluso antes de la crisis sanitaria, con la vigente ordenanza de civismo.
En cuanto a las sanciones, 200 han sido las denuncias por la practica del botellón en Barcelona, a las que se tienen que sumar 30 más por diferentes conflictos en la vía pública. Las sanciones previstas van de los 15.000 que prevé el Departamento de Salud hasta los 600 que prevé la normativa en la ciudad.
La mascarilla, también motivo de sanción
Otro de los puntos conflictivos es el uso de la mascarilla. A pesar de que en general la mayoría de la población acata su utilización obligatoria en los espacios públicos, la Guardia Urbana ha tenido que realizar 8.600 advertencias a ciudadanos que no la llevaban, y de este total unas 100 intervenciones han acabado en denuncia, ya sea por negarse a ponérsela o directamente por no tener mascarilla.
